Adiós en Noviembre
a A. F.
in memorian
En otro espacio convoco tu rostro.
No ya en el cálido verdor de otro noviembre
en que unidos bebimos la dulce
fugacidad de lo real.
Ni en el designio feliz de las miradas
que creaban la noche como un sueño
certero y hondo de materia encendida.
Ni en esa grieta
sutil de duelo
que creciendo quebró el orden del tiempo.
Ni siquiera en la lágrima.
Hoy convoco tu rostro en otro espacio.
En la muerte precisa de la palabra.
En su humillación y en su horror.
Guárdame en tu mano
-para siempre lejana-
el esplendor tenaz de esta ceniza.
II
Ahora escribamos la palabra MUERTE
en la blanca extensión desanimada,
para que arrecie ubicua la derrota
en la diáfora vana que se engarza
al textual nacimiento de la noche
sobre el papiro axial de la ventana
que en diáfano prodigio la prodiga,
como en el recuerdo, íntima y lejana.
Ahora vamos, ciñendo la madera
perenne del convite, la apagada
escoria del fervor a remover,
bajo los imbornales, en la napa
unívoca del limo, ya sin una
urgencia de pasión en la mirada.
Ahora alcemos la crítica que el sueño
inseminara en la verdad soñada
para que develase en la tiniebla
la diadema de amor enajenada.
Hasta el tope de piedra donde el musgo
destila el tiempo sobre las fachadas
el gesto subirá. No habrá testigos
que griten la verdad de la parábola.
Ahora, Hamlet, sigamos los helechos
innúmeros y las sirtes del mapa
donde el dedo suscita la tersura
recóndita doblegada en el nácar;
y el tránsito dorsal de la caricia;
y los dones del vino y los del agua;
y la visión de un cuerpo mutilado,
mutilado... Ya está escrita en el alba
la historia azul de la palabra SOMBRAS:
recomenzar la realidad callada.
La puerta estrecha
Limbo de la pulcritud, parábola rosada,
tu cuerpo perfumado se eleva sobre el mar,
bestia tiesa.
Mientras galopo ardiendo por la tierra
-diviso ya la última muralla-
promueves las horas del amor, sus lindos dientecillos,
la felicidad por el nylon.
Nada regresará. Los buenos, ni a su pálido infierno.
Los legítimos hijos de mis padres,
sus cuerpos perfumados flotando sobre el mar,
jamás verán la última muralla.
Humo, sueño, pasaje. No fragües las delicias
que pertenecen a otro fuego;
alba labrada en el boudoir,
mírame ahora recomenzar sobre los puentes
las manos con las manos en las rutas del agua.
Mírame,
barro profundo, látigo que marca
el horizonte, parto.
Mi corazón se hunde en el tiempo.
Pic-nic
Mucho soñé
ser ser de invención
no de inferencia.
Ser soñé ser,
bastardo del amor,
hijo de la palabra.
¿Por qué?
Porque la muerte está al principio
para que el signo esplenda
más allá del sueño.