domingo, 26 de agosto de 2012

Hugo Gola




(...)


¿Ves esa niebla que anda como desprendiéndose del río, la ves ahora, casi rodando el suelo, acariciante y huidiza sobre los pajonales secos, amarilleado por la escarcha de un otoño desmedido? Son nubes, nubes que han bajado, cansadas de tanto movimiento puro, sin apoyo, deseosas de sentir la solidez tozuda de la tierra, su beso opaco.






(...)


Y llegó
el silencio de la tarde
azul
morado
rojo

Vino hacia el río
hacia la quieta
y oscura
majestad del agua
vino hasta los árboles
hasta el puente
cayó sobre los barcos
se tendió en las islas
se difundió en el aire
pesada ahora
casi violeta
sin humo
sin una nube

Un barco cruzó
rezando el agua

Luego
el silencio de la tarde
entró en mi corazón
desolado.



      En esta ciudad



En esta ciudad
he visto reunirse muchos hombres
para homenajear
para celebrar
para cumplir con los ritos de la muerte
o festejar un nacimiento

En esta ciudad
he visto hombres solitarios
he visto prisioneros
he visto héroes ferozmente maltratados

No es cierto
que vivamos aquí
apenas sobre la cáscara del mundo

Todos los sucesos
las diversiones extremas
las más extremas tristezas
están aquí
y para todos

Equivocadamente mis amigos
hablan de una experiencia extraña
hablan de aventura
hablan de países en los que todo sucede

Equivocadamente mis amigos
hablan de una experiencia extraña
hablan de aventuras
hablan de países en los que todo sucede

Equivocadamente
hablan de una comunión de libres
de un amor
de una pasión
iluminada para siempre

Estatuas caídas habrá en el paraíso
luces ciegas también en el reino de los cielos
ojos marchitos
sillas desfondadas
ceniza vertida por el suelo
botellas rotas

Fluye tu corazón
y fluye el río





       Un ejercicio de retórica




Un ejercicio de retórica
de pronto adquiere un aire fundamental

Se empieza siempre como jugando
y se termina
con los ojos fuera de las órbitas

Yo no sé cuál es el verdadero camino
los he intentado a todos

Sin embargo la sorpresa
irrumpe a veces
por la mañana
cuando recibo el fresco
en mi patio de mosaicos rojos
cuando enfurezco
alérgico y lloroso
sobre el filo mismo
del año que cambia
cuando la depresión
de una noche sin sueño
hunde mi pobre corazón
en el desgano

El comienzo es casi siempre
un juego inofensivo
sobre la hoja blanca
que no dice nada
pero espera
y silenciosamente atrae
como las aguas del río

Uno no sabe casi nada
pero espera
secretamente
con una confianza que le permite soportar
toda la intemperie del mundo

Uno cree
(tiene razones para ello)
que la sorpresa llegará
que cada cosa tomará sentido
sólo por ese instante de fuego
por ese minuto que sin decirlo
aguarda tembloroso
como la novia
la noche de la boda




      Todo vuelve otra vez



Todo vuelve otra vez
todo inicia en la luz
su juego claro

Ojos cayendo sobre el río
un ombú solitario
el recuerdo
desgarrando la palabra

Parte de esta savia soy
de esta desazón soy parte

Dylan Thomas
auxíliame por Dios

Dylan
maestro de alcoholes
y de fuegos
estoy perdido
no encuentro ahora
en esta tarde de domingo
más que un cielo de cine
una caída triste
un desierto constante

Dylan
auxíliame por Dios
El mundo no es para mí

Álamos
agudos álamos
¿Me moriré quizá
en un domingo tan viudo
como éste?