jueves, 30 de agosto de 2012

Fabián Casas



También tuvimos una guerra.
Ahora somos parte de Hollywood.
Ese chico con la cabeza vendada,
que antes era Roli,
dice llamarse Apollinaire.






La radio anuncia precipitaciones aisladas
ningún parte sobre mi corazón.
Sólo precipitaciones aisladas,
un frente de frío que avanza
sobre la ciudad donde vivo.



      El correr del agua


Son las dos de la mañana
casi no hay coches
y corre un viento fresco.
Está culminando un verano que no nos contempló.
Puedo sentir el ruido del agua
en las alcantarillas.
“A los pies da la cama de mi viejo”

Sentado a los pies de la cama de mi viejo
contemplo su cuerpo desnudo y dormido.
Está bien papá, ya han pasado muchos años
y es bueno que duermas un poco.
A través de la ventana se escucha el ladrido de un perro.
Me cruzo de brazos en la penumbra de la habitación
y detengo mis ojos en la figura del campeón del mundo:
De pie señores, un poco de respeto para los hombres como mi viejo
que doblegaron sus vidas en trabajo miserables.
No todos podemos zafar de la agonía de la época y así
en este momento
a los pies de la cama de mi viejo
yo también prefiero morir antes que envejecer



         Final


Este es el patio donde fui chico.
Las baldosas se han gastado un poco y las plantas
han crecido por las rendijas de las paredes.
En esta soledad de la casa deshabitada
tengo la terrible certeza de estar parado sobre una equivocación.
No todo es tan duro, ya lo sé;
pero convengamos que esta falsedad
de tensar los poemas con una catástrofe
se ha convertido ahora en mi segunda naturaleza.
Cuando veo a la gente besándose en las plazas
no puedo dejar de creer en un futuro
donde los únicos vestigios del amor
serán videos
pornográficos.