jueves, 30 de agosto de 2012

Claudia Schliak


 

no temas, me dijo
la piedra se vuelca en un rosal,
hueles a piedra reventada

de la madre del padre
de la madre

la imaginación es un pozo
de agua blanca

Lo feo es pecado,
nunca anocheció.






a Gerardo

a los treinta años
la casa es un túnel
silencioso
no como un nadador

la balsa que espesa el tiempo
del viento delgado
das las ostras calientes del invernadero

a los treinta años
el pueblo entero
es un ataúd

un trapo afilado
golpea el corazón

El sentido de la cueva
festejemos
dioses griegos.






todos velan esta noche a un desconocido

doce años en los cabello
o tal vez quince en los pechos
sin lágrimas como un gato
cesa de bendecir

el cruce de los labios
como un puerto inabordable
y la certeza de que algo inmóvil
guiará los próximos gestos tapiados:
el sur de las catedrales






maldito seas, cerebro
el plan era ahogarte

la selva
es un dominio del corazón






la espuma y la seda desean encontrarse

se abren los caminos nevados
se baten las palmas
para despertar viejos sueños


un puñado de visiones asciende
como si la vida
recogiera los deseos de un desconocido