jueves, 30 de agosto de 2012

María del Carmen Colombo


Cada hoja
es un lugar abandonado que habla con el destino de una palabra

                   De sangre
                  De sangre
                   la voz del corazón no se escribe.






La loca se hace mi cuerpo y echa la velas púrpuras sobre el lazo de seda
Alguien duerme
cuando el otoño es una mejilla turbia y el vientre tu canción
La muerte siempre amanece en el primer lugar
Detrás del miedo el mundo es sangre seca, la edad en ruinas
mi perdida estación.






Camina sobre la espina de mi sombra
para que el trago lastimosos donde la inocencia curva su memoria
sea mi soledad
La que tiene en sus ojos las dos muecas del mundo
La mano de mi ceguera dirigiendo la piedra hacia el vacío
El rostro sin memoria
el ruido de mi respiración



         To see I


         al compás de es blues la mujer
se desnuda
         le sale de la voz un viejo armiño
turbio
         y deshuesado
                            el sol de algún zapato
                   brilla
                            como seno de lava
revolverá la noche con un pubis violáceo
frente al pezón opaco de su espejo



          Según pasan los años


si le duele mechones
necesita
un buen afinador

dijo él
afinador oliendo
los acordes de ingrid
rubia por antojo

difícil

caso para sí decía
éste
nieto de afinadores

mientras ella

como tambor o cábala
sonora que sacudieran
muchos así
y asá
danzaban

ingrid par el
experto

en pianos por costumbre
pensó con la pulsera
de retazos de boa
enfurecida para sí
al mismo tiempo
que carnal y coral
le fue brotando una continuación
o giro

o sea

tanto pecho
dijo de paso el que solía
no dormir sin árboles algunos 
aunque ilustres abuelos
lo acunaran
todas las noches menos una

la ingrid

ésa como cajita donde música hubo
hasta el amanecer
sonó y sonó y daba
piedras al verla
él
doloroso ser simbólico
ah por necesidad