La poesía
Sí.
Porque sus labios nacen a la luz de mis ojos.
Cuando aparece su voz, su ritmo invulnerable,
las cosas le obedecen.
Sobre las miras adversarias, sobre el tedioso
oficio de temerle, están las voces sin reposo,
las patrullas del tiempo, las olas victoriosas.
Ciudadela de la oscura verdad que desampara al
hombre: yo soy tu prisionero y soy tu fugitivo.
¿Mi contraseña?
Ejercer tu silencio, solicitar tu estruendo.
Porque, ¿qué es entonces la poesía sino una
fanática consigna, una tensión entre los
muertos y las profecías?
El combate verbal
Una fábula
La
poesía corre siempre el riesgo de cometer incesto con la magia y la religión.
Cuando la trasgresión se consuma, se convierte entonces en una poesía
esotérica, un rito de iniciación en el cuál las palabras son a la vez velo y
vestíbulo de una verdad que esta más allá, en otra parte que no conocen las
palabras. El acto de crear, el momento mismo de la creación es, en estos casos,
la experiencia más cercana a la mística, que es, por definición, no verbal.
Puede argumentarse que una poesía que solicita el conocimiento de claves
oscuras o de guiños culturales es hermética. Para que la ostra vuelva a abrirse
y permita la esperanza de una perla es necesario, entonces, creer. Creer en la
experiencia literaria. ¿Qué quiere decir, en este caso, creer? Sospecho, con
temor y dudas, que cuando las palabras no nos remiten a un código familiar y
domesticado debemos leer en ellas los nombres de un planeta desconocido,
nombres para llamar a seres animales y vegetales surgidos tal vez del silicio y
no del carbono, piedras desmesuradamente pequeñas para imaginar su peso atroz,
rocas ásperas a la vista y dulcemente verdes al tacto, colores que el arco iris
ha olvidado.
Hay un modo único, engendrador, de experimentar toda poesía, gota que
oigo caer, veo caer, digo caer. Se trata de luchar duramente con su lenguaje.
Si al cabo del combate uno no puede narrarlo con otras palabras y otros gestos,
si sentimos que ya no somos el mismo de antes, que algo ha cambiado en nosotros
(no importa si creencias, sentimiento o actitudes), entonces quiere decir que
la poesía ha tenido lugar, que ocupa ya su lugar dentro de nuestra mente y de
nuestro cuerpo.
La ostra se ha abierto. Dentro de nosotros brilla una perla.
Saudades portátiles
Cuando Uno deja una ciudad
noche de olores negros
enroscada en escaleras
que conducen al infierno
donde un hombre solo
cuenta sus días hacia atrás y adelante
y una mujer nada contra la melancolía
Cuando uno deja una ciudad
callejones húmedos
umbrales sospechosos
habitaciones de espeso mal aliento
con una sola ventana sin visillo
por la que sólo entran los eclipses
el sol negro que alumbra a los poetas
y los amantes crujen y chisporrotean
como baile de ausentes en una casa abandonada
Cuando uno abandona
podría decir
y uno abandona y otro es abandonado
y nadie a quien mirar atrás
o solamente una persona única
que no alcanzamos a ver entre la multitud
y el avión comienza a corretear por la pista
entonces
el poema ha llegado a su fin
y uno sabe que nunca habrá de escribirlo
Todavía
Los fechoristas
Tango
ara Snejka
In memoriam
Son los pedazos
cuando de lo roto
astillas quedan brasas
cristal con cicatrices
espuma en aire detenida
solitario estampido en un bosque de nieve
enemigos que somos
que no aciertan a verse
y tiran a matar.
Duelo de espejos de corazón y espadas
yegua que me
relínchame otra vez
despídeme tu olor de volcanes de pelos
infierno tan ansiado erupciones privadas
negro agujero donde
los odios caen los días
las rosas caen los pétalos
romántica temible
nocturno de enemigos
rasguido roto de guitarra de ciego
y caen y caen los pétalos
llovizna sin pudor sobre lo ya perdido.
Náufragos de arrabal
abrazados a un tango:
dejo constancia aquí de tu dolor.
Pánico en Valparaíso
Para los invencibles corazones
agua de invierno acero de verano
para las invencibles convulsiones
del amor en la boca del alba
Para los deslumbrados por las bellas palabras
y las grandes mentiras
nosotros
los que erramos en la primera oportunidad
y ardimos en los verdadero y en lo falso
congregados bajo una lluvia sagrada
los ojos obstruidos por la melancolía
y a veces por el sol de otra patria
Para nosotros el cielo transcurre de un día a otro
arrastra un hotel llamado Septiembre
multitudes perdidas en los pasos del lobo
incendios entrevistos desde lo alto de la ciudad
muertes
secretos
y otras manos solícitas
En vano nuestro amor gestionaba un acuerdo
de noche junto al mar de voz sin atenuantes
juntos como cobarde o reyes ateridos de locura
gastando el tiempo
descubriendo el margen de la ley
dándole a nadie el espectáculo de nuestro amor
Así luchamos y así caeremos
exhaustos como las medusas del anochecer
mientras los jóvenes invictos celebran el alcohol
y conmueven la carne
elegantes mujeres de una edad que tuviste
ricas y jóvenes vencedoras y alegres rivales
Ellos acaban de ganar el torneo que nosotros perdimos
y hablan a los gritos y es verano
y pronuncian Paris
y recuerdan la noche de Los Angeles
Ahora nuestras manos están colmadas por la fiebre
y los kilómetros rendidos a nuestro paso
están otra vez lejos y tal vez para siempre
como las leyes que gobernaron nuestra vida
ese desorden secreto para el que fuimos hechos
como fueron hechos nuestros nombres
en boca de todos y en los ojos de nadie
Bajo las águilas inmensas que devoran mi boca
reclamo tu presencia
tu mirada inmediata
tu cuerpo silencioso construido para residencia de mis dioses