Epílogo
Ojos
sobre la ventanilla de la noche
volver
siempre por el mismo camino aterrado de paredes.
La
mujer que dormita en el último asiento sin luz,
volver
del trabajo recordando una vida,
un
ruido de sal que atormenta
unos
cabellos estremecidos por última vez.
La
mujer lejos del sitio de la valija
con
los párpados tan parecidos
a
los viejos cordones que esperan el sonido de las canaletas,
la
muchacha de la frent con la luz en sus grietas
y
las manos a medio volar.
El hombre y la fogata
De
las lunas dobladas por los incendios
surgió
el hombre, miró su época
vió
los hijos triturados por la estupidez y dijo
Estoy
aturdido, contemplo el verde quemado de las pavas
la
brisa contundente de mi infancia
(la
escena transcurría en un baldío alejado del pueblo)
me
lastiman los bravos perros que no entendí,
la
humareda inútil de las tertulias,
estoy
convencido de pocas cosas
las
suficientes para que no resbalemos demasiado,
la
certidumbre que no marca el reloj
ni
el aplauso gris de las sirenas.
La
noche comenzó a torcer su bufanda
su
corazón con la necesaria fiebre se fue hinchando
con
un parpadeo de cascabel apagado y dijo
Los
motivos quizás serán la cobardía
un
solo plato en el armario
o
el ímpetu que dobló sin despedirse.
El
hombre salivó sin proponérselo
descendiendo
donde la luna (como otras veces)
no
llegaba
Fue
el bulto más difícil en la fogata.
IX
Escribo
sobre la lengua atroz
llevo
los collares de un perro perdido
alguien
lleva música de satélites
alguien
se apaga,
hay
un sitio donde el perro muerde mi infancia.
Hay
un sendero que lleva a los hermanos del brazo
compran
cigarros a papá,
los
hermanos no vuelven
han
cerrado la puerta del tiempo y no traen el mandado.
El
perro como la herida
reparte
pedazos al mudo vecindario.
Alguien
escucha la vibración de un espejo
vuelve
a fumar
piensa
en una mujer como en un traje de luces
el
traje brilla
le
acompaña
el
traje atraviesa el film “Pieza inconclusa para piano mecánico”
el
traje brilla, te abandona
es
sólo un bello traje en tu mundo de espacios rotos
es
una mujer que no conoce a tu perro
no
conoce la herida.
Canción
la
vecina riega las plantas
y mira
sus
piernas marean la calle
y
todo pájaro ando por su jardín
por
las tardes
abre
el portón
y riega
las
comadres alardean
de
sus aromas extraños
(ni
siquiera sabe de mi ventana)
a
medianoche
su
cuerpo avanza sobre la túnica
y
su rostro es agua que dá.
Ritual
A
Víctor Minsburg