Aires de Julio
Obediente
a
engañosa señal
por
los fines de julio
una
flor de durazno.
Oh, falsa,
mentirosa
primavera,
con
que fríos
castigarás
a
la inocente.
Dicha
Mediodía
de octubre:
con
dos ciruelos blancos
y
un cerco de geranios
la
casa
del guardabarreras
es
el paraíso.
Silencio
En
el silencio
la
noche campesina.
Olor
a hierbas húmedas.
Va
a llover.
Sólo
escucho
quemarse
los insectos
en
las velas.
La carta
Ha
llegado la carta.
Está
sobre la mesa,
al
lado de las flores.
La
miro
largamente.
Conozco
la letra.
Pero
la leeré
a
la medianoche,
cuando
los trenes
que
pasan hacia el norte
hagan
temblar
los
vidrios de la casa.
La hermana
Bajo
un cálido agosto
hablamos
con
mi hermana,
la
del vestido azul,
la
que tiene una pena.
(Tanto
ha pasado
desde
que el viento
golpeara
las acacias,
desde
aquellos atardeceres
silenciosos)
Y
la siesta
y
el aires de este invierno
le
serena los ojos,
mientras
cruzan el cielo
equivocados
dos
pájaros de octubre.