Lejos
de la muerte, se divierte. Encapsulada
en
felpa rosa viejo, en fríos de cajita de música.
Lencería
a resorte, fruslería. La bien elongada
bailarina
puede resistir a eternidad
esa
postura que el borracho tienta. Oh bailarina
anverso
del borracho. Tu resurrección es tan sencilla
como
abrir la caja. Juegos con la muerte. Musiquitas.
Tendrán
el cuerpo huyendo entre los eucaliptus
tras
el alma huyente, pero no el lenguaje.
Donde
antes había elocución ¿qué habrá?
¿La
vehemencia? ¿Boca de lo mudos con su globo
de
saliva inútil? ¿Voces del ahogado pensativo
junto
al barco ebrio?
Cuando
les quiten el lenguaje, qué?
¿La
vehemencia? ¿el agujero? ¿nada?
Les
pondré palabras como perlas
en
un viejo sarcófago. Trapos en la boca.
Ellos
aman la armonía bien organizada.
Copas
en alto. Gala. Promontorio.
Cámara
lenta para el brindis, que los vasos besen,
la
solera se estremezca lila y oro blanco.
Ellos
aman la escena. También el documento de la escena:
actas
y películas y fotos ¿En qué archivo mañana
han
de exhumar con lupa los detalles?
¿Notarán
el rictus? Van a colegir: “Eran taciturnos en las fiestas”.
A
lo mejor, lo menos importante es lo que más.
Vientre
aplastado contra los colchones, mano en el pubis,
página
sobada. Hay una escena allí que Sade no pintó.
Penetraciones
múltiples
de un texto en la piel voluptuosa.
Ellos
hablaban de la sedentaria en el colchón leyendo
sin
sospechar que todo se movía. Más que en la gimnasia,
más
que en el baile, más que en el atletismo. Pero secretamente.
Había
una vez una pasión que no estiliza el cuerpo
no
robustece el tono muscular.
Una
pasión sin público. Una visión
bullía,
se les escapaba de las manos en su propia casa.
Pide
lo que quieras, pero algo tangible y a
nosotros.
Una
huerfanita es la que no. Su bulto al hombro
le
hace sombra a las utopías del neón.
Huerfanitas
eran las de Dickens, con mejillas rojas y pupila febril.
el
mero desabrigo no te deshija y menos
si
has pactado el frío a condición de no ceder el alma.
Ese
fue el trato. En buena ley tu caperuza parda y tu latón
de
expósita en las mesas de hule.
Entumecida
¿no has retozado a gusto? Pues aguanta.