jueves, 30 de agosto de 2012

Víctor Redondo




        Homo Ludens cum lettera morta


Ah magnitud del suicidio
botella rota vena
decrépito razonamiento
huir a dar las mediciones reales
a medir con tu vara el deseo de la noche

Huir acorazado y espantado de todo
insana del fervor, a ciegas, a sombras
Todo, árboles, que parezca que jugamos

Finja, fantasma!

Schoenberg Noche Transfigurada a los 25,
murió Manuel Castilla, homenaje a Guida,
todo antes del suicidio.

(ficción de sueño que
se acaba de formar)

¿Cómo hablar con los ángeles que, después de todo,
no son lo único de la vida?

Enfurecerse hasta la lujuria y fijar en la violencia el grito.
Conjuración Plan Secreto Clandestinidad quieta
Los Exiliados de la Sociedad
odian a la gente “de buenas intenciones”, clavan
seduces en el cuello de la reina.

Buscando las veintisiete letras del alfabeto
figuras ensimismadas que se pierden en la eternidad.
Escenario de torpeza
la introducción de mi cuerpo en su espacio
amplio plan de adecuación

esperando finalmente que la corriente se establezca
tentar palabras

Esperando el tic tac que abre el corazón en un abismo truculento como los ojos
         de un narciso que ha devorado su luna.
Un comienzo y un paso siempre más allá.
La vida explosión radiante de nosotros.

Esperando finalmente que la corriente se establezca
tentar palabras
quebrar la rosa y el viento
lenta música de sueños perdidos
martirio, objetos involuntarios y actos sin pensamiento.

Esperando el río más veloz que el agua
el tic tac ha sonado en mi corazón
Circe se levanta con las manos blancas
sobre
el ruido del martirio
el pobre del gallinero deshabitado
el “antena” de la nave de los locos.
Lo difícil es

el ocaso el fin de un imperio la muerte.

Esperando que tu cuerpo se abra
o esperándome, a mí, el que nunca llega.

todos los sueños perdido,
algo te come el corazón.

Esperando la pared con el rostro del asesino, todas las noches de tu regreso
todos los sueños de tus días perdidos
mira, el tic tac ha sonado en mi corazón.





         La destrucción de la realidad


Como operación delicada que es, los poetas
comienzan a roer la realidad con tal delicadeza e inocencia
que nadie, juraría, creería que eso es lo que sucede.
Se desmontan los mecanismo del pensamiento.
La orfebrería mental
se desvanece.
La realidad se aleja del corazón. Desaparece el placer.
(Otra manera de verlo:
                                 el mundo se aleja de los hombres
porque el mundo los sobrepasa en inteligencia,
veut dire: la Tierra piensa.)

Se destruye la tapa de lo razonable: el cerebro
estalla.
Entonces la vuelta de tuerca,
el golpe de efecto,
retroceso para la ironía:
se ha ido,
se ha ido,
repite la voz: se ha ido
un hombre viejo que al enfrentar su vejez
decidió arrancar de la muerte
un argumento: la revelación de un misterio: ver
lo que no existe.



           Blues para Clara


¿Dónde hay un cuerpo para habitar?
Estos tristes dúos no significan el amor,
son la parte que sobra de cada uno.

¿Dónde un cuerpo abierto en lo estrecho?
¡Entramos a las ciudades con las maletas vacías,
arrojamos el corazón
al fuego de la incertidumbre!

¡Somos espuma seca, navaja sorda, pirañas del cerebro!

¿Dónde tu cuerpo cayendo por la arena
levantando el alcohol del dolor
sobre los pies borrados por el viento?
¡Fijación del deseo, gato perdido!

El mar no borda el pecho de los locos,
tampoco borra nuestra sed
¿y el amor mueca imbécil
no no no?
El mar nos rodeaba de sal, de sed.

Así la distancia
hasta no estar.



            Muda desaparición


Seguiremos escribiendo siempre

         Hoy estamos de luto.
         Ya no regresaremos por el mismo camino ni decimos adiós de la misma manera.
         Los desconocidos amigos no entienden porqué ya no los comprendemos ni porqué las sombras de sus ojos se arrebatan al vernos llegar de lejos con las mismas preguntas en la misma boca.
         No será muy profundo el camino de mirar hacia adentro: volverán los círculos a apoderarse de los caminos, los caminos apoderados de círculos, los no muy profundos cambios de mirar hacia adentro y hallar algo similar a una foto, rectangular como una foto, con dibujitos de seres humanos, ambiguos como arrojarle la foto a una ciega y preguntarle: ¿acaso no los ve?
         Tanta sensiblería no puede aspirar a demasiada eternidad. La amistad, el amor, los cementerios de Mallorca, el dinero: distintos lenguajes únicos, reductibles a un recuerdo. Los vientos salvajes del sur, los techos volados en mitad de una oración sagrada, un altarcito en medio del desierto: lenguajes. No regresar por el camino de ida ni llevar luto –hoy, por ejemplo- ni saludar de la misma manera (nombre, dirección, teléfono, trabajo: todo lo hemos olvidado), no poder hablar frente a frente: lenguajes. Dinero dinamo: lenguaje –y obviamente ingenuidad, retardamiento.

         Planteado de ninguna manera el lenguaje es una subversión.

         Hoy estamos de luto por cien muertos sin cadáver.
         Hoy estamos velando algo similar a una foto, al menos tan rectangular como una foto, al menos de un papel muy parecido al papel de una foto, conociendo un rostro –al menos bastante parecido a un rostro. Estamos velando un rostro que partió de una foto al encuentro de su cadáver. Algo similar a una foto que se supone a esta altura ha de formar parte de la tierra, o de la arena, o del Río de la Plata, o del Salado, o de la laguna de Chascomús, o del cemento, o de la cal viva: sin embargo sigue siendo (o comenzó siendo) una foto que de alguna manera nos está llamando (nos llama con una voz muy parecida al sonido de un fósforo al prenderse en la oscuridad de la memoria de un rostro que nunca conocimos sino como ausencia de cadáver.

         ¿Es una subversión planteado al margen de su necesidad?

         Se vieron muerto volando sobre el río: ¿realidad o imaginación? Sí estamos de acuerdo en que de ninguna manera. En absoluto. Es decir, jamás. O nunca. Ni en sueños. Además se abren ciertas cuestiones relacionadas con el lenguaje con el que los hombres deben pedir un vaso de vino de aquí a, digamos, veinte años.

         El lenguaje no se alimenta de sí mismo pero, sobre todo, no se alimenta de lo que no puede ser dicho. Y de lo que desconoce (lo que resiste al leguaje). Si no, sería inútil. Vano. ¿De acuerdo?
         Y basta de meter brodería y brocatos y bijouterie y polainas de nylon seductor con muñecas de labios pintados y un cuchillo ensangrentado en la mano con la que acaricias a ese enano lascivo vestido de mujercita, tan maricón, mientras observan en un cine privado en tu cuarto la décima versión de just a gigoló en la escena de Marlene cantándole a Bowie verdades que ella no pide ni puede comprender. ¿De acuerdo? Basta. O de lo contrario ir hasta el fondo de los ojos de esa muñeca que no baila ni camina ni te ama, con un cuchillo ensangrentado mientras tomás una peluca, una muñeca, un vaso que vuelves a llenar y las pieles de venus –tu gata, un moño rojo con el que tarde o temprano habrás de ahorcarla-, caídas a un costado del lugar donde recién te reclinabas y lo recibías. Para hablar hay que saber de qué se quiere hablar. Y viceversa. Hay que hablar para saber de que se quiere hablar. Pero no abuses, querido amigo, de las imágenes que no entiendes ni te propones entender. Si supieras el motivo que sirve de cuna a esas fotos de una niña vestida como puta antigua, si hubieras estado presente en el infierno de las causas que le dieron nacimiento, vida y color para siempre, seguramente no hablarías con tanto desenfado de su lado perverso, de su borde filoso donde las venas dejan de cantar. Tanto remordimiento, lo comprenderás, es culpa de un retorcimiento, de un rebusque. Es cierto algo que no entiendes: es un artificio el arte, eso es evidente, pero se asienta sobre las mismas sábanas en las que buscas algo tan semejante al castigo y la redención, que sonrió al pensar todo lo que niegas la religión y la trascendencia de tu cuerpo.
Las manos de la maestra buscaban un sexo que nos pertenecía. La risa de aquella madre buscaba encontrarnos en un lugar muy solitario, amantes donde podría ser creado el amor –en un campo que quizás guarde  algunos cadáveres de esos sin nombre ni olvido. El lado perverso de la revolución es la escritura sobre la ausencia. La escritura sobre la ausencia de la revolución es una imagen sin relación con los hechos que puedan estar ocurriendo en las vísceras de aquellos muertos cuyo olor –otra imagen- es un fósforo encendiendo una memoria, inventando una nostalgia que antes no teníamos ni imaginábamos. Un día pudiste atisbar por su escote y esa imagen quedó marcada a fuego en tus manos. La maestra hablaba de los próceres. Del asesinato de Moreno o de la ingenuidad de Echeverría, por ejemplo, y tú sólo pensabas en lo de siempre, y no aprendiste jamás historia, pero aprendiste a desear en silencio, a vivir tus deseos y volverlos reales en tu memoria, a sentir nostalgia de un cuerpo que nunca poseíste. O cuando escribía en lo alto del pizarrón y la costura de sus medias te cantaba una canción al oído, tierna como un cuchillo y amble como el grito de un cadáver cayendo en medio de río.

         Si reposa sobre la memoria, o sobre los deseos no cumplidos, el lenguaje es, o debería ser (o lo será de todos modos, incluso imperfectamente) la culminación de un imposible. Así en la vida como en la muerte. Dejando de lado (hasta esa prescindencia) cualquier cuerpo. Otra historia se abre en el cuerpo poseído, ése también será transformado por el lenguaje. El lenguaje está para eso. El acto de escribir la historia es ni más ni menos que ejercer el poder de la ficción sobre la realidad de los hombres, que a partir de allí modelarán sus creencias, sus ideologías, sus formas particulares de verse vivos. Nada más.

Canción de amor sobre un mediodía salvaje, amatista, madreselva flor desbocada en agasajos. Tiros, balas, bombas, no, desean historia de amor, preferentemente fascinada por la pornografía. ¿Alias Lou mató a Emily y violó un cadáver –no el de Emily- en otra nov más violenta? ¿Lo hizo? Habría que investigar... ¿Alias Lou es Lou Carrigan o Lou Costillar? ¿Emily es Emily Chambers o Emily Rodríguez o Amparo Madreselva? ¿Quién mató a quién? ¿Estarán sus fantasmas presentes el día de la victoria? O dicho de otra manera: ¿siendo ese frío un anticipo de la eternidad del invierno? ¿Siendo el abismo la coordenada donde se unen la imposibilidad y l deseo de un cadáver?



       Dónde


Nos amaremos calumniados
donde el abandono las cosas abre
para despedir lo que se aleja de la fiesta
en el día que no ampara. Vellocino turbio,.

retrata la imagen de lo descansa sobre la flor,
escuadra de madera bañada en rojo que late
entre el cardo paisaje de lo inhallado
en la hora en que los espejos han cesado de mirar.

Amaremos en la desmesura el rencor de la tristeza
la hoja que abre su boca en nuestro corazón y parte
de dos en dos, de tres en tres
paisajes de cólera en un mundo invisible.

Nos amaremos, tierna mía amargura,
en el instante en que el beso se detiene en soledad,
amando lo que nombrándose respira.