Homo Ludens cum lettera morta
Ah
magnitud del suicidio
botella
rota vena
decrépito
razonamiento
huir
a dar las mediciones reales
a
medir con tu vara el deseo de la noche
Huir
acorazado y espantado de todo
insana
del fervor, a ciegas, a sombras
Todo,
árboles, que parezca que jugamos
Finja,
fantasma!
Schoenberg
Noche Transfigurada a los 25,
murió
Manuel Castilla, homenaje a Guida,
todo
antes del suicidio.
(ficción
de sueño que
se
acaba de formar)
¿Cómo
hablar con los ángeles que, después de todo,
no
son lo único de la vida?
Enfurecerse
hasta la lujuria y fijar en la violencia el grito.
Conjuración
Plan Secreto Clandestinidad quieta
Los
Exiliados de la Sociedad
odian
a la gente “de buenas intenciones”, clavan
seduces
en el cuello de la reina.
Buscando
las veintisiete letras del alfabeto
figuras
ensimismadas que se pierden en la eternidad.
Escenario
de torpeza
la
introducción de mi cuerpo en su espacio
amplio
plan de adecuación
esperando
finalmente que la corriente se establezca
tentar
palabras
Esperando
el tic tac que abre el corazón en un abismo truculento como los ojos
de un narciso que ha devorado su luna.
Un
comienzo y un paso siempre más allá.
La
vida explosión radiante de nosotros.
Esperando
finalmente que la corriente se establezca
tentar
palabras
quebrar
la rosa y el viento
lenta
música de sueños perdidos
martirio,
objetos involuntarios y actos sin pensamiento.
Esperando
el río más veloz que el agua
el
tic tac ha sonado en mi corazón
Circe
se levanta con las manos blancas
sobre
el
ruido del martirio
el
pobre del gallinero deshabitado
el
“antena” de la nave de los locos.
Lo
difícil es
el
ocaso el fin de un imperio la muerte.
Esperando
que tu cuerpo se abra
o
esperándome, a mí, el que nunca llega.
todos
los sueños perdido,
algo
te come el corazón.
Esperando
la pared con el rostro del asesino, todas las noches de tu regreso
todos
los sueños de tus días perdidos
mira,
el tic tac ha sonado en mi corazón.
La destrucción de la realidad
Como
operación delicada que es, los poetas
comienzan
a roer la realidad con tal delicadeza e inocencia
que
nadie, juraría, creería que eso es lo que sucede.
Se
desmontan los mecanismo del pensamiento.
La
orfebrería mental
se
desvanece.
La
realidad se aleja del corazón. Desaparece el placer.
(Otra
manera de verlo:
el mundo se aleja de los hombres
porque
el mundo los sobrepasa en inteligencia,
veut
dire:
la Tierra piensa.)
Se
destruye la tapa de lo razonable: el cerebro
estalla.
Entonces
la vuelta de tuerca,
el
golpe de efecto,
retroceso
para la ironía:
se
ha ido,
se
ha ido,
repite
la voz: se ha ido
un
hombre viejo que al enfrentar su vejez
decidió
arrancar de la muerte
un
argumento: la revelación de un misterio: ver
lo
que no existe.
Blues para Clara
¿Dónde
hay un cuerpo para habitar?
Estos
tristes dúos no significan el amor,
son
la parte que sobra de cada uno.
¿Dónde
un cuerpo abierto en lo estrecho?
¡Entramos
a las ciudades con las maletas vacías,
arrojamos
el corazón
al
fuego de la incertidumbre!
¡Somos
espuma seca, navaja sorda, pirañas del cerebro!
¿Dónde
tu cuerpo cayendo por la arena
levantando
el alcohol del dolor
sobre
los pies borrados por el viento?
¡Fijación
del deseo, gato perdido!
El
mar no borda el pecho de los locos,
tampoco
borra nuestra sed
¿y
el amor mueca imbécil
no
no no?
El
mar nos rodeaba de sal, de sed.
Así
la distancia
hasta
no estar.
Muda desaparición
Seguiremos
escribiendo siempre
Hoy estamos de luto.
Ya no regresaremos por el mismo camino
ni decimos adiós de la misma manera.
Los desconocidos amigos no entienden
porqué ya no los comprendemos ni porqué las sombras de sus ojos se arrebatan al
vernos llegar de lejos con las mismas preguntas en la misma boca.
No será muy profundo el camino de mirar
hacia adentro: volverán los círculos a apoderarse de los caminos, los caminos
apoderados de círculos, los no muy profundos cambios de mirar hacia adentro y
hallar algo similar a una foto, rectangular como una foto, con dibujitos de
seres humanos, ambiguos como arrojarle la foto a una ciega y preguntarle:
¿acaso no los ve?
Tanta sensiblería no puede aspirar a
demasiada eternidad. La amistad, el amor, los cementerios de Mallorca, el
dinero: distintos lenguajes únicos, reductibles a un recuerdo. Los vientos
salvajes del sur, los techos volados en mitad de una oración sagrada, un
altarcito en medio del desierto: lenguajes. No regresar por el camino de ida ni
llevar luto –hoy, por ejemplo- ni saludar de la misma manera (nombre,
dirección, teléfono, trabajo: todo lo hemos olvidado), no poder hablar frente a
frente: lenguajes. Dinero dinamo: lenguaje –y obviamente ingenuidad,
retardamiento.
Planteado de ninguna manera el lenguaje
es una subversión.
Hoy estamos de luto por cien muertos
sin cadáver.
Hoy estamos velando algo similar a una
foto, al menos tan rectangular como una foto, al menos de un papel muy parecido
al papel de una foto, conociendo un rostro –al menos bastante parecido a un
rostro. Estamos velando un rostro que partió de una foto al encuentro de su
cadáver. Algo similar a una foto que se supone a esta altura ha de formar parte
de la tierra, o de la arena, o del Río de la Plata, o del Salado, o de la
laguna de Chascomús, o del cemento, o de la cal viva: sin embargo sigue siendo
(o comenzó siendo) una foto que de alguna manera nos está llamando (nos llama
con una voz muy parecida al sonido de un fósforo al prenderse en la oscuridad
de la memoria de un rostro que nunca conocimos sino como ausencia de cadáver.
¿Es una subversión planteado al margen
de su necesidad?
Se vieron muerto volando sobre el río:
¿realidad o imaginación? Sí estamos de acuerdo en que de ninguna manera. En
absoluto. Es decir, jamás. O nunca. Ni en sueños. Además se abren ciertas
cuestiones relacionadas con el lenguaje con el que los hombres deben pedir un
vaso de vino de aquí a, digamos, veinte años.
El lenguaje no se alimenta de sí mismo
pero, sobre todo, no se alimenta de lo que no puede ser dicho. Y de lo que
desconoce (lo que resiste al leguaje). Si no, sería inútil. Vano. ¿De acuerdo?
Y basta de meter brodería y brocatos y
bijouterie y polainas de nylon seductor con muñecas de labios pintados y un
cuchillo ensangrentado en la mano con la que acaricias a ese enano lascivo
vestido de mujercita, tan maricón, mientras observan en un cine privado en tu
cuarto la décima versión de just a gigoló en la escena de Marlene
cantándole a Bowie verdades que ella no pide ni puede comprender. ¿De acuerdo?
Basta. O de lo contrario ir hasta el fondo de los ojos de esa muñeca que no baila
ni camina ni te ama, con un cuchillo ensangrentado mientras tomás una peluca,
una muñeca, un vaso que vuelves a llenar y las pieles de venus –tu gata, un
moño rojo con el que tarde o temprano habrás de ahorcarla-, caídas a un costado
del lugar donde recién te reclinabas y lo recibías. Para hablar hay que saber
de qué se quiere hablar. Y viceversa. Hay que hablar para saber de que se
quiere hablar. Pero no abuses, querido amigo, de las imágenes que no entiendes
ni te propones entender. Si supieras el motivo que sirve de cuna a esas fotos
de una niña vestida como puta antigua, si hubieras estado presente en el
infierno de las causas que le dieron nacimiento, vida y color para siempre,
seguramente no hablarías con tanto desenfado de su lado perverso, de su borde
filoso donde las venas dejan de cantar. Tanto remordimiento, lo comprenderás,
es culpa de un retorcimiento, de un rebusque. Es cierto algo que no entiendes:
es un artificio el arte, eso es evidente, pero se asienta sobre las mismas
sábanas en las que buscas algo tan semejante al castigo y la redención, que
sonrió al pensar todo lo que niegas la religión y la trascendencia de tu
cuerpo.
Las manos de la maestra
buscaban un sexo que nos pertenecía. La risa de aquella madre buscaba
encontrarnos en un lugar muy solitario, amantes donde podría ser creado el amor
–en un campo que quizás guarde algunos
cadáveres de esos sin nombre ni olvido. El lado perverso de la revolución es la
escritura sobre la ausencia. La escritura sobre la ausencia de la revolución es
una imagen sin relación con los hechos que puedan estar ocurriendo en las
vísceras de aquellos muertos cuyo olor –otra imagen- es un fósforo encendiendo
una memoria, inventando una nostalgia que antes no teníamos ni imaginábamos. Un
día pudiste atisbar por su escote y esa imagen quedó marcada a fuego en tus
manos. La maestra hablaba de los próceres. Del asesinato de Moreno o de la
ingenuidad de Echeverría, por ejemplo, y tú sólo pensabas en lo de siempre, y
no aprendiste jamás historia, pero aprendiste a desear en silencio, a vivir tus
deseos y volverlos reales en tu memoria, a sentir nostalgia de un cuerpo que
nunca poseíste. O cuando escribía en lo alto del pizarrón y la costura de sus
medias te cantaba una canción al oído, tierna como un cuchillo y amble como el
grito de un cadáver cayendo en medio de río.
Si reposa sobre la memoria, o sobre los
deseos no cumplidos, el lenguaje es, o debería ser (o lo será de todos modos,
incluso imperfectamente) la culminación de un imposible. Así en la vida como en
la muerte. Dejando de lado (hasta esa prescindencia) cualquier cuerpo. Otra
historia se abre en el cuerpo poseído, ése también será transformado por el
lenguaje. El lenguaje está para eso. El acto de escribir la historia es ni más
ni menos que ejercer el poder de la ficción sobre la realidad de los hombres,
que a partir de allí modelarán sus creencias, sus ideologías, sus formas
particulares de verse vivos. Nada más.
Canción de amor sobre un
mediodía salvaje, amatista, madreselva flor desbocada en agasajos. Tiros,
balas, bombas, no, desean historia de amor, preferentemente fascinada por la
pornografía. ¿Alias Lou mató a Emily y violó un cadáver –no el de Emily- en
otra nov más violenta? ¿Lo hizo? Habría que investigar... ¿Alias Lou es Lou
Carrigan o Lou Costillar? ¿Emily es Emily Chambers o Emily Rodríguez o Amparo
Madreselva? ¿Quién mató a quién? ¿Estarán sus fantasmas presentes el día de la
victoria? O dicho de otra manera: ¿siendo ese frío un anticipo de la eternidad
del invierno? ¿Siendo el abismo la coordenada donde se unen la imposibilidad y
l deseo de un cadáver?
Dónde
Nos
amaremos calumniados
donde
el abandono las cosas abre
para
despedir lo que se aleja de la fiesta
en
el día que no ampara. Vellocino turbio,.
retrata
la imagen de lo descansa sobre la flor,
escuadra
de madera bañada en rojo que late
entre
el cardo paisaje de lo inhallado
en
la hora en que los espejos han cesado de mirar.
Amaremos
en la desmesura el rencor de la tristeza
la
hoja que abre su boca en nuestro corazón y parte
de
dos en dos, de tres en tres
paisajes
de cólera en un mundo invisible.
Nos
amaremos, tierna mía amargura,
en
el instante en que el beso se detiene en soledad,
amando
lo que nombrándose respira.