jueves, 30 de agosto de 2012

Rafael Bielsa


        Escritura de una carta


         Como si un cáliz apesadumbrado le hubiese
                   estallado bajo la nariz
-dados de polen amarillo, brazos que giran
                   sobre fondo blanco-,
como si una procesión de personajes de linterna
                   mágica
lo requiriese, lo llamase, a gritos,
personajes huérfanos y sin fortuna,
después de que brotara un géiser
                   de la tierra,
como si la leve luz concedida
                   a los ojos
segara las columnas a la altura del capitel,
trémulo de amor y de furor y de imprudencia
escribe una carta que enviará
                   a un hermano.



          Fragmentos de música y conversaciones de la vida de otras personas


         Una mano destapó el perfumero, la copa
                   humedeció los labios.
Así eran aquellos objetos, establecidos sobre
         anaqueles, dispersos
                   por el cuarto;
ahora, porque faltan la mano, los labios, cambia
                   su espesor a causa del desapego,
y recrudece su belleza.
No son, entonces, copa alguna, ya
ni perfumero; son
bordes que revisan su imagen
                   en extintos espejos,
la luz magra que deja pasar
                   una puerta entreabierta.



        Ancestro


         No sé si podrá decir más que:
ese hombre –mi padre- estuvo sitiado por una pasión, por los despojos
de una pasión.
Recuerdo sus ojos encandilados, los objetos
que desfondaban sus bolsillos,
y cómo hacía esfuerzos para parecer emprendedor
cuando estaba con mi madre.
A veces, hablaba durante horas sobre ciertas cuestiones ínfimas,
luego –de repente- comenzaban a arder sus ojos,
y aseguraba no entender
la mayor parte de las cosas.
Ese era su modo de razonar, el de un hombre
que había elegido hacía mucho algo definitivo
para bien o para mal.



        Primeros días de una víctima


era un amplio cuarto en el que había una cama
         simple dos sillones un lavatorio y una alfombra
         muy gastada
el hombre más pequeño se quitó el impermeable y
         el sombrero y colgó ambas cosas en la parte
         de atrás de la puerta
de eso se habla mucho dijo el hombre joven hablar
         se habla pero algunos lo cuentan y otros lo
         vivimos
el hombrecillo sonrió y se dirigió a la ventana
la mayor parte del tiempo h sido leal dijo el joven
         con una risita ahogada
antes de que acabara con su historia el otro ya
         estaba pensando en una cosa distinta
perfectamente dijo el otro, mientras extendía uno
         papeles sobre la cama y parecía medio niño o
medio viejo según por donde le llegaba la luz



        El malentendido


además dijo muchas otras cosas habló de unas marionetas
         sicilianas y del jinete ceremonial inmóvil
         sobre el caballo y de los almohadones bordados
         con una divisa o un deseo
a ella no se le ocurría cómo replicar y sin saber
         exactamente el porqué dijo siempre estoy deseando
         cosas que están más allá de mí
más allá de usted dijo él como en un murmullo y
         pensó que de cualquier forma toda palabra es
         palabra de amor